miércoles, 14 de septiembre de 2016

Buen viaje, Nora.

"Desde hace como dos semanas he estado escuchando en las noches a mi vecina de arriba mover muebles, lavar platos y sus pasos recorriendo todo su departamento además de que ha estado prendiendo luces en la madrugada. No me molesta, simplemente me llamó la atención que fuera tan noctámbula como yo. Es una uruguaya muy chistosa que varias veces se ha confundido de piso y ha intentado entrar a mi departamento pensando que era el suyo. Varias veces abrí la puerta escuchando que alguien quería meter la llave y al descubrirla le decía: "Nora, vives arriba." El punto es que hoy al sacar a Lola a pasear, me encontré con la vecina del 10. Estábamos platicando sobre Lola cuando me dijo: "La perrita de Nora la uruguaya se llamaba igual, qué lástima que murió." A lo cual yo pregunté: ¿Cómo que murió la perrita? Y ella contestó: "No, la perrita no. Nora." Le dije que eso era imposible, que yo apenas hace un par de noches la había escuchado en la madrugada y me dijo: "Nora tiene un mes de haber fallecido y su departamento está totalmente vacío." Y sí, confirmé la información con nuestra casera. Nora tiene mes y medio de haber fallecido (aproximadamente) y el departamento está vacío. Y yo la escucho lavar platos, mover muebles y caminar casi todas las madrugadas."

Todo esto lo comenté en Facebook el día de ayer. La reacción general de mis amigos fue de miedo pero insistí en comentarles que más que miedo, me dio tristeza. La vecina del 10 (que por cierto, es de las mujeres más chismosas que he conocido en mi vida) me dijo cosas muy feas sobre la muerte de Nora. Me dijo que desde hacía meses se sentía muy enferma, que tenía mucho dolor pero que sobre todas las cosas tenía miedo. Miedo a morir. Se me anudó la garganta.

Los comentarios en mi Facebook siguieron y fue entonces que mi amiga Bibita me dijo que probablemente se trataba de una profesora que le dio clases durante su maestría en una escuela de nombre "CENTRO". Después de indagar y encontrar una foto suya nos dimos cuenta que era la misma persona. 

La vecina del 10 insistía cuando platicamos: "¡¿Pero cómo no te diste cuenta si hicieron un ruidero los del SEMEFO cuando retiraron el cuerpo?! ¡Casi hasta se les cae!" ...y otros comentarios que me parecieron de mal gusto. "Yo no me entero de nada.", le dije, "Solo me doy cuenta cuando le gritoneas a tu hijo que no ha hecho la tarea o que no se ha lavado los dientes o que no quiere comer; ¡Patricioooooo!". Por supuesto me gané una jeta. Pero conseguí que dejara de darme esos detalles inútiles.

Después de estar comentando y escribiendo en el post de Facebook, apagué la computadora y cuando me disponía ir a dormir, la luz en la recámara de Nora se encendió. Juro que no me dio miedo. La verdad, sonreí. De alguna manera lo interpreté como que ella ya estaba bien, sin dolor, tranquila y que venía de visita. Tomé una veladora, salí de mi departamento y subí las escaleras para dejarle la veladora prendida a los pies de su puerta. Espero le haya gustado y espero me haya perdonado por no haber cortado el cable de mi línea telefónica que atravesaba su ventana porque los técnicos lo dejaron mal, o que haya perdonado todas esas noches de ensayo de Cántamesta hasta las dos de la mañana. Puede venir de visita cuando quiera.

Buen viaje, Nora.


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