sábado, 19 de marzo de 2011

Puertas.

Recuperé algunas de mis antiguas fotos para cierta práctica fotográfica que hice llamada "Puertas". Digo "recuperé" por que las tenía impresas y no en archivo digital (como todo ahora). Fueron hechas con puro amor de veras. A la antigua, utilizando una cámara Cannon reflex con sus respectivos tiempos y aperturas cuidadosamente establecidas. El rollo fue revelado en su tanque bañado en T-Max, y las fotos impresas en papel Ilford 5x7 al natural, sin utilizar filtros magenta en la ampliadora. Reveladas posteriormente en Dektol, deteniendo el proceso químico con su baño de paro (por supuesto) y después remojadas en Fixer.


Ahhh, qué bonito suena todo eso. Amaba el viejo proceso de revelado e impresión de fotografías pero debo admitir que la foto digital también tiene su encanto. Y uno de los principales es la cantidad impresionante de agua que uno ahorra. (El viejo proceso utiliza muchísima agua, a menudo desperdiciada.) Este tipo de cámara permite lo que más me gusta en la fotografía y eso es el manejo de diferentes profundidades de campo con elementos en distintos planos. La fotografía profesional digital de hoy en día sigue permitiendo eso, (cosa que es buena) pero en su intento por amplificar el espectro de posibilidades en equipos no tan profesionales, han dotado también de la creación de profundidad de campo a cámaras comunes. Esto se logra aplicando un blur artificial a ciertas partes de la imagen mientras otra parte seleccionada queda completamente nítida aparentando así, una foto con uso de profundidad de campo. Si bien es cierto que suena atractivo, (sobre todo por que las cámaras digitales que contienen este efecto natural son muy caras) no me parece lo más indicado por que para el ojo medianamente entrenado es evidente el uso fake de la profundidad de campo. En otras palabras, se nota que es falso.


Esta característica de aparente profundidad de campo se está usando mucho en apps de fotografía, (He visto muchas para iPhone) algunas mejor que otras, pero definitivamente no contienen el mismo estado de naturalidad que lo que una cámara profesional puede hacer con un buen manejo del lente. Aunque sí, ya hay también accesorios externos para iPhone (como los lentes adaptables) que pueden crear estas imágenes sin necesidad del efecto fake. Bueno pues, repito, estas fotografías posteadas aquí, las hice con profundidad de campo real.


En este intento de conseguir puertas que contaran mejores historias, me fui al pueblito de San Mateo localizado realmente cerca de donde vivía. (Interesante esto de cómo en México las áreas urbanas y rurales parecen estar mezcladas sin ton ni son. Das vuelta en una calle y boom, ya estás en un pueblito. Das vuelta en otra y zas, ya estás al lado de un edificio.) A mi práctica recuerdo que me acompañaron mis amigos Juan Carlos Burgos y Carlos Ruíz. Recuerdo también que Juan Carlos había terminado recientemente su primer larga relación amorosa y se encontraba triste. Además tenía mucha gripa (me imagino que su organismo estaba depurándose de alguna manera). Ése día los tres llegamos a una conclusión romántica; hay que echarle mocos al corazón.



sábado, 12 de marzo de 2011

Rita.

Recuerdo que llegué al Foro Felipe Villanueva. Cientos de personas hacíamos fila para entrar. Después de un par de horas de espera, logramos adentrarnos poco a poco al venue y de inmediato percibí una sensación maravillosa. El escenario, que hasta el momento veía normalmente montado con instrumentos y atriles me daba esta vez un sentimiento distinto. Había magia ahí. No era yo el más enterado todavía en aquella banda. Había mucha gente con mucho mayor conocmiento de causa ahí, pero por lo mismo lo recuerdo tan vívidamente. Ya había ido a conciertos en vivo, pero éste me habría de marcar para toda la vida. La luz del cielo empezó a apagarse y consigo también las del foro. Empecé a ver como miembros del staff de producción invadían el escenario con ramos de flores blancas en las manos, y cómo después las empezaron a colocar cuidadosamente en cada uno de los atriles, llenando el espacio de cierta divinidad. Las máquinas de hielo seco fueron encendidas y el humo terminó por conseguir la atmósfera de un encanto. Ví entonces a Patricio tomando su lugar en la batería, a Poncho su hogar en el bajo, Juan Sebastián en el templo de su teclado y a Otaola en la guitarra. Pero faltaba ella. La gente en su euforia comenzó a gritar. Yo sentía dentro del pecho una emoción indescriptible, y fue entonces, con los primeros acordes estridentes de Mírrota que de la nada apareció la Reina de la Noche: Rita Guerrero.

Irónica y graciosa la vida, que me deja difícil el poder explicar cómo a este canta-autor mainstream pudo haberle influenciado de manera tan potente una música tan compleja y lejana a mis posibilidades. La respuesta es simple: Santa Sabina no sólo fue el grupo más emblemático de la escena contracultural musical en México en los años noventa, sino también, ha sido el grupo con más precisión en la ejecución artística que he visto en toda mi vida. Y por encima de todo, una diosa al frente que no sólo cantaba; creaba luz por la boca.

Nunca he visto a alguien con tal capacidad de hipnotizar al público. Nunca. He visto gente gritar como loca desesperada en muchos conciertos, pero un verdadero e indiscutible boquiabierto pocas veces. Estilo. Sensualidad. Interpretación. Originalidad. Todo aquello y más era Santa Sabina. Todo aquello y Santa Sabina, era Rita Guerrero. Siempre quise que me conociera (por que yo sí la conocí), pero soy una de las miles de personas que fueron tocadas por su talento y eso me hace sentir orgulloso, honrrado y sumamente privilegiado.

Difícil, imposible cosa aquella de vivir de nuevo el talento de alguien como Rita Guerrero. Hasta pronto, a una grande. Que descanse en paz.