viernes, 3 de julio de 2009

La mejor disciplina.

Cuando recién habíamos salido de la secundaria Sandra venía a mi casa y fumábamos un poco de marihuana. Recuerdo que tenía un estéreo que mi Mamá me había regalado y yo me sentía el más afortunado del mundo porque tenía CD player. Sandra entre sus carcajadas desinhibidas ponía y ponía diferentes canciones. Nos echábamos de ley el disco unplugged de los 10,000 Maniacs, y justo en Because the Night me gritaba "¡Escucha ese violín! ¡Es que escúchalo!". Y yo claro que lo escuchaba pero ella seguía gritando lo mismo. Terminaba el solo de violín en el puente de la canción y lo regresaba, y terminaba el solo y lo regresaba. Yo pensaba que existía un aun mejor solo de cello en Don't Talk, pero como Because the Night fue la primera rola que nos atrapó, le guardé desde entonces un cariño especial. Como  Natalie Merchant siempre ha tenido una manera de frasear muy peculiar, no entendíamos algunas partes de la letra. Y en lugar de cantar: "...the vicious circle turns and burns", cantábamos: "...the vicious sacatón-simbón." Después, Sandra ponía a los Jellicle Cats y brincaba y daba vueltas por toda la habitación mientras recitaba todos los diferentes gatos de Andrew Lloyd Weber. Escuchábamos después One Day More, Lovely Ladies y Stars de Les Misérables. Ahí entonces yo divagaba imaginando que algún día iba a poder cantar esa última en alguna puesta mundial. Luego venía el turno de Alanis Morissette, Tracy Chapman y los 4 Non Blondes. Para culminar, de estos últimos poníamos Drifting y con esa sí cantábamos a todo pulmón. Carlitos (mi plantita de marihuana) nos escuchaba reír y viajar y cantar y volver a reír. 

Eran muy buenos tiempos donde me di cuenta que la música se trae en las venas o no. Citando a Nietzsche, la vida sin música sería un error. No hay mejor disciplina que el Arte. ¡Toma eso Platón!  No soy Doctor, pero tengo la mejor medicina para la tristeza: una buena canción. No soy Arquitecto, pero en una de esas te construyo los mejores recuerdos de tu vida. No soy Ingeniero, pero a huevo que me las ingenio pa' que no me olvides. 

Desde entonces, cada vez que escucho ese disco de los 10,000 Maniacs, repito (al menos unas 3 veces) ese solo de violín que a Sandra tanto le gustaba.

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