No importa dónde estaba, solo importa que en el fondo escuché el arpegio inicial de "Hipnotízame" de "Fobia". Casi sin temor a equivocarme puedo decir que habían pasado mínimo quince años sin escuchar esa canción. Durante los primeros segundos de ese arpegio sentí un sobresalto; la ilusión que provoca llegar a un hogar después de no tenerlo, de ver una cara familiar en un mar de rostros desconocidos, la emoción de saber que descifraste un acertijo, descubrir el camino correcto después de estar vagando en círculos por horas. Y lo recordé todo. Todo.
"Pude cerrar los ojos mas no pude dejar de verte." ¿Cuándo fue la primera vez que te dieron un beso? Esa primera vez donde parece que la verdad del Universo se te revela por completo. Para mí fue un 10 de abril. Bajo el cielo estrellado y nocturno, rodeado de árboles. Y el tiempo se detuvo. No importaba nada, solo nosotros dos.
Sonará muy a cliché pero fue como ir al cielo y de regreso. Fue encender todos los poros al mismo tiempo. Fue como descubrir que la magia sí existe. Estuve meses intentando replicar la experiencia, pero fue imposible. Siempre digo que ese beso fue como una maldición porque no conocía la sensación de un corazón roto. Qué cosa tan romántica y tan espantosa. Con razón sufrían tanto los poetas y los trovadores. Y las canciones con acordes tristes me estremecían. Como esa de Fobia, o como "Do What You Have To Do" de Sarah McLachlan o como "Foolish Games" de Jewel o como "Glycerine" de Bush.
Y las cantaba a todo pulmón en las pedas con mis amigos. Las sentía a ojo cerrado, sonriendo y llorando al mismo tiempo preguntándome por qué ya no me quería. Por qué me había besado si después me iba a engañar y se iba a burlar de mí. Por qué me estaba muriendo de amor. Complicado de entenderlo a los dieciséis años. Y me preguntaban, ¿pues qué te hizo? ¿Qué pasó?
Que me besó. Me pinches besó.
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