Y que nos regresan a la tabla. Ya era hora coño. Yo sé que como buenos ciudadanos que intentamos ser (con un mínimo grado de neurona cívica) tenemos que responder a las medidas precautorias del gobierno y la Secretaría de Salud por tanto el cierre del teatro, pero ya es justo y necesario volver a cantar "Buenas noches bienvenidos esta es la primera, lla-ma-da". Con eso de que Silvia Pinal, Tina Galindo, Morris Gilbert y otros productores teatrales hicieron un impetuoso llamado a José Ángel Córdova, tal vez podamos empezar a re-abrir los espacios teatrales de manera natural y habitual. No estoy bien enterado si Bruno Bichir estuvo en dicha audiencia, pero ojalá y así haya sido por que el Foro Shakespeare me parece un espacio artístico contemporáneo importante para la Ciudad en estos tiempos. No sólo mantiene una cartelera teatral diversa (casi como un cine), sino que los talleres que se imparten son muy buenos. (De ahí que fui alumno de Manuel Teil). Pero en fin, no es motivo de este post hacerle publicidad al Foro, sino a la obra de los Malpica que tanto amo: Crisis Modelo para Armar.
Hemos tenido un público bien agradecido. Abierto y con ganas de recordar. De atacar la desmemoria mexicana condimentada con el buen sazón irónico y ácido que nos caracteriza como país. Casi como echándole limón a la herida, para después darle un buen llegue al tequila. Después de casi un mes de ausencia, nos encontraremos los "Crisis" regresando este domingo 17 de Mayo a tratar de compartir con la audiencia algo que nos pasó a todos y que nos sigue pasando. Algo que si bien de primer momento nos hace soltar la tremenda carcajada, después nos conducirá a la irremediable reflexión de que como país estamos de la chingada.
Cada que escucho las risas de la gente con textos de la obra siento que nos une la tragedia. Pero eso no es lo chido. Lo chido es saber que la vivimos juntos, y que en el país de no pasa nada, pasa todo. Todo lo que no puede pasar aquí pasa. Y mi dark side lo celebra de alguna manera.
Quizá por eso no cambiamos, porque de alguna manera nuestra parte tanatológica nos conquista, y paradójicamente, encontramos el placer.
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